domingo, 30 de marzo de 2014

EL EXTRAÑO CASO DEL AVIÓN “APRESADO” POR LOS “MASERIANOS”


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El encargado del pequeño aeropuerto del condado de Gardina en Los Angeles (California) miró con atención a aquellos dos hombres que acababan de cruzar la puerta con amplias sonrisas en sus rostros. Portaban varias carpetas, maletines y papeles en las manos. Pidieron alquilar una avioneta por espacio de tres horas. Rellenaron unos pocos impresos y se marcharon sin mediar mayor palabra. Cuando el motor del avión comenzó a rugir, el empleado ojeaba los formularios rellenados con rapidez. De pronto, un espacio en blanco encendió la alarma. Habían olvidado cumplimentar uno de los apartados más importantes. La ruta de vuelo que iban a emprender, componente imprescindible por ley, no aparecía por ningún lado. Corrió hacia la pista pero ya era demasiado tarde. La avioneta se elevaba hacia el cielo tomando altura. Sería la ultima vez que alguien vería aquella aeronave y a sus dos ocupantes. Ambos se esfumaron sin dejar rastro...
A los pocos días los periodistas tomaron el aeropuerto en busca de respuestas. El operario no salía de su asombro cuando conoció que los insólitos tripulantes de la avioneta eran dos contactados que aseguraban mantener contacto con seres extraterrestres. La prensa ya tenía su sensacional historia; la pareja de amigos fueron raptados por los tripulantes de un platillo volante...
Las especulaciones no eran del todo gratuitas, en aquellas fechas, principios de la década de los cincuenta, toda California era un autentico hervidero de entusiastas de los OVNIS, y mucha culpa de ello tenía el célebre contactado George Adamski.
Con la profusa divulgación de los supuestos encuentros de Adamski con sus “hermanos” los venusinos, la costa oeste de los Estados Unidos se convirtió en la “tierra prometida” para todos los seguidores del movimiento platillista, que vieron en el afable “astrónomo” aficionado a su perfecto gurú de la incipiente religión de las estrellas. Pero quizás uno de los episodios más intrigantes y oscuros ocurridos en aquellas fechas fue el vivido por un enérgico ingeniero electrónico que no podía ni siquiera sospechar, en aquellos primeros momentos de pasión por los extraterrestres, su trágico y confuso final. Se trataba de Karl Hunrath, un converso a la fé alienígena imperante, que pretendía con la ayuda de algunos “inventos científicos” establecer contactos con los tripulantes de los OVNIs. Tras conocer a George Adamski, Hunrath fabricó un artilugio llamado el “Bosco” con el que proyectaba derribar a los platillos volantes a los que consideraba enemigos de la humanidad. Algunos autores piensan que Hunrath quería perfeccionar el famoso “cañón de Orgón” de Wilhelm Reich, aparato que concibió el excéntrico y discutido psicoanalista austriaco para crear o disipar nubes e incluso para derribar platillos volantes utilizando una energía etérica que había descubierto en la atmósfera denominada Orgón y que, supuestamente, atrapaba con una intricada batería compuesta de materiales orgánicos y metálicos..


George Adamski fue inspirador y reflejo de muchísimos contactados de su época que profesaban, al igual que él, una pasión ilimitada, y en muchas ocasiones irracional, por todo lo relacionado con los OVNIs








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Tras algunas disputas con Adamski y separarse de su grupo de acólitos, el ingeniero junto a Jerrold Balker, consiguió perfeccionar su armatoste aunque no hay ninguna constancia de que tuviera alguna utilidad. En junio de 1953, los acontecimientos se precipitan. Un viejo amigo, arriba a la meca del cine y de los OVNIs, se trata de Wilbur J. Wilkinson, jefe de departamento de la Radio Hoffman Corp, que le ayudó con la idea inicial del “Bosco”.
Poco se sabe de sus experiencias de contacto, pero quienes les conocieron aseguran que ambos tenían un gran interés en la canalización (chanelling) o mediumnidad y la utilización de diversos aparatos mecánicos para la comunicación con los denominados “Maserianos” (Maserians) seres que habitaban la Luna y que les informaban profusamente sobre diversas cuestiones. Una ingente cantidad de información cayó en manos de Hunrath y Wilkinson que pasaban largas horas encerrados entre maquinas electrónicas, antenas de radios y documentos repletos de extraña escritura y multitud de fórmulas matemáticas.



EL MISTERIOSO DR. NAGATA Y LOS “MASERIANOS”

El personaje más enigmático de éste particular dúo era sin duda Karl Hunrath que al parecer extrajo muchas de sus extravagantes ideas tecnológicas de un etéreo personaje llamado Dr. Nagata que trabajaba en Japón en el campo del electromagnetismo, materia que intrigaba sobremanera a nuestro protagonista. Tras una reunión de cuatro días y cuatro noches (sic) con el enigmático profesor, Hunrath se convirtió en un fervoroso creyente de los OVNIs. Lo mas curioso es que a sus mas íntimos amigos el ingeniero aseguró que el nipón era en realidad un “hombre del espacio” que utilizaba la telepatía, y que a ratos era brillante y en otros momentos ni siquiera era capaz de sumar dos cifras. También en aquella época se convenció que los platillos volantes eran originarios de Saturno y que querían invadir la Tierra. Todo ello le llevó, según sus conocidos a elaborar complicas teorías e intentar por todos los medios establecer comunicación radiofónica con los extraterrestres. Poco trascendió sobre cómo y de donde extrajo la información sobre los “maserianos”. El martes 10 de noviembre de 1953, Karl Hunrath sorprendió a algunos conocidos, aseverando en diversas llamadas telefónicas, que algunas personas habían sido llevadas fuera de la Tierra con destino a otros planetas y que eso mismo podría ocurrirle a él. Parecía que de alguna forma Hunrath presentía su desenlace final. Al día siguiente, el 11 de noviembre de 1953, Wilkinson y Hunrath, si haber dado mayores explicaciones a sus allegados, alquilan un pequeño avión en el aeropuerto de Gardina, cerca de Los Angeles. Con solo tres horas de combustible y una hora de alquiler, el encargado del pequeño aeropuerto observa a través del cristal de la puerta como aquellos dos hombres enfilan rumbo a la pequeña avioneta sin presentar el requerido plan de vuelo. Hunrath un piloto con poca experiencia eleva el avión mientras desde tierra, el poco personal que había aquella mañana, observa por ultima vez a los dos contactados. El avión desapareció sin dejar rastro alguno sobre el desierto de Mojave. Nunca se hallaron restos de un probable accidente pese a la intensa búsqueda que se efectuó. Y hasta el día de hoy el paradero de Wilkinson y su compañero sigue siendo un enigma sin resolver.
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Pese a los años transcurridos no se ha podido encontrar el menor vestigio de la avioneta que tripulaban los dos contactados. No obstante el reducido tamaño de la misma pudo contribuir a la imposibilidad de hallar restos si se trato, como casi todos los análisis apuntan, a un accidente aéreo provocado por la poca pericia de Hunrath.
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Algunos amigos de su entorno estaban seguros, en la fecha del suceso, que ambos colaboradores acudían a una cita secreta, concertada en algún lugar del desierto, con los habitantes de Maser para ser trasladados fuera de nuestro planeta. En este sentido el investigador Jerome Clark, en su libro Strange Skies: Pilot Encounters with UFOs” indica que; "Hunrath voló con su compañero Wilkinson con la intención probable de que un platillo volante que se encontraba en tierra, presumiblemente los llevaría a Maser, Venus o alguna otra región poblada del espacio fuera de la Tierra". Los titulares de prensa del 18 de noviembre informaban, sin tapujos, que dos electricistas (como fueron conocidos a posteriori en el mundillo ufológico) habían sido secuestrados por los invasores interplanetarios cuando viajaban en su avión. Un rumor extendido por la zona aseguraba, sin mayor fundamento, que la avioneta fue encontrada totalmente desmantelada en lo alto de una montaña de California, sin vestigio alguno de los dos ocupantes. Pero existen más hipótesis. Algunas personas piensan que los dos hombres querían llegar a México, pero que se quedaron sin combustible y se estrellaron. También se llegó a decir que Karl Hunrath se encontraba en Inglaterra y que reaparecería en breve, aunque en evidente contradicción otras fuentes señalaban que se le ha visto en Los Ángeles, con el cabello teñido. El FBI, espías rusos e incluso espíritus malignos fueron acusados de la enigmática desaparición, que como se ve, hizo volar la imaginación de algunos, pero que quizás solo pretendían adornar un trágico accidente de dos apasionados de los OVNIs. La esposa de Wilkinson entrevistada por los periodistas de “Los Angeles Mirror” añadía más elementos sensacionalistas a la historia de la desaparición, aseverando que su marido y Hunrath estaban convencidos que se avecinaba el fin del mundo y que los habitantes del planeta Marte o "Masar" estaban dispuestos a invadirnos. También dejaba entrever que fue Hunrath quien persuadió a su marido para mudarse a California con la intención de darle pruebas de la existencia real de los OVNIs. De hecho responsabilizaba de algún modo a Hunrat de la obsesión de Wilbur por una cuestión que sólo le interesaba delante de su amigo. Pese a que de los testimonios y opiniones vertidos desde el rotativo se desprendía que los dos “fanáticos” de los extraterrestres creían que se avecinaba el fin de mundo, la realidad podría ser otra bien diferente. .

  En la década de los cincuenta, en plena vorágine del movimiento contactista, las reuniones y conferencias auspiciadas por célebres contactados se repartían por la geografía californiana y otros lugares de Norteamérica. En la presente fotografía el contactado Daniel Fry utiliza, ante la mirada atónita de los asistentes, una “radio” para emitir mensajes al espacio. Curiosamente el aparato no podía recibir emisión alguna. Era frecuente que para apoyar sus tésis los presuntos embajadores de los extraterrestres se valieran de diferentes "aparatos" técnicos para adornar sus charlas.
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El desierto de California, y concretamente Giant Rock, se convirtió en un escenario natural de extrafalarias y pintorescas reuniones, tertulias y encuentros de entusiastas creyentes en los platillos volantes. Dicho lugar fue frecuentado por Willkinson y Hunrath donde compartían información con otros supuestos contactados de la época. La presente imágen muestra un curiosidad. Al fondo a la derecha se observa, con gafas de sol, al capitan de la USAF, Edward J. Ruppelt encargado durante 1951 hasta 1953 de los proyectos del gobierno estadounidense de estudio sobre OVNIS. Pese a la escéptica postura del gobierno en la materia de los NO identificados, Ruppelt era un defensor de la hipótesis extraterrestre. Aunque posteriormente cambio de opinión para extrañeza de todo su entorno...
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Algunos compañeros de los contactados que decían conocer perfectamente los movimientos de ambos, apuntaron que el vuelo emprendido aquella mañana tenía un objetivo definido. Desde la aeronave querían localizar el lugar de aterrizaje de un platillo volante que Hunrath había descubierto (¿) en pleno desierto de Mojave (California). Durante dicha búsqueda se produjo la inesperada y brusca desaparecieron. Fue entonces cuando el mundo conoció parte de las actividades secretas de los dos discretos contactados…

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MISTERIOSOS CONTACTOS
Cuando sus familiares y amigos accedieron al lugar de trabajo de Hunrath y Wilkinson, el garaje del domicilio de éste último, encontraron numerosos papeles repletos de cálculos matemáticos y diagramas. Sobre la mesa aparatos de radio y grabadores. Incluso la enigmática máquina “Bosco” que según algunos investigadores no era un arma, sino una sofisticada radio para establecer comunicación con los extraterrestres.
En la pared se hallaron hojas abarrotadas de extraños signos que pretendían ser la escritura de los “maserianos” enviados por una entidad denominada “Regga” o “príncipe Reggs” (sic), además de un sin fin de fórmulas matemáticas y planos de diversos aparatos. Pero lo que nunca se halló fueron las supuestas grabaciones de las conversaciones mantenidas con los habitantes de la Luna. Ni nunca nadie pudo aportar datos claros y documentados sobre las actividades concretas de los dos “electricistas”. Según refiere el investigador John Keel en su libro “Our Haunted Planet” la mujer de Wilkinson dijo a la prensa que: "había grabaciones de conversaciones con hombres de otros planetas que llegaron hasta aquí en platillos volantes. El garaje estaba repleto de fotografías de OVNIs, símbolos y formulaciones extrañas, supuestamente provenían de los hombres del planeta Masar". Sin embargo, como señalábamos anteriormente, poco o nada ha logrado trascender sobre la información que manejaban los dos amigos. Si se sabe que mantuvieron encuentros con los principales contactados e investigadores de la época como Frank Scully, Gene Dorsey, George Van Tassel, Gerald Heard, George Hunt Williamson o el propio Adamski. Muy interesante fue la correspondencia de Hunrath con el ufólogo y escritor Harold T. Wilkins, para hablar sobre los símbolos extraterrestres que decían estaban relacionados con los petroglifos prehistóricos y distintos signos encontrados en el continente americano. Relacionaban la escritura de Maser, que estaban estudiando y aprendiendo con sus interlocutores radiales, con los símbolos mayas y aztecas que se descubrieron en el norte de la selva brasileña, el Matto Grosso, otros de la isla de La Plata, frente a Ecuador, y algunos de California. Lo que les llevó a teorizar con la idea de un pasado cataclismo natural en forma de diluvio e incluso con la desaparición del legendario continente Mu o la no menos mítica Atlántida. Según narró el contactado George Hunt Williamson, el propio Wilkins se mostró sorprendido por la sapiencia de Hunrath que solo tras largos años de profundo estudio podría haber adquirido.
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El escritor Harold T. Wilkins pensaba que era sumamente curioso y desconcertante que la escritura de los supuestos "maserianos" fuera identica a los grabados recogidos durante sus investigaciones de pretéritas civilizaciones de sudamérica y que eran muy poco conocidos por el profano. Igual de misteriosas eran las supuestas conversaciones radiales que mantenían ambos contactados con los supuestos habitantes de Maser. Dichas informaciones nunca fueron reveladas. (Símbolos reproducidos por el autor del reportaje de los trabajos de Wilkins) ...
 
 
 
 
 
En su libro “Flying Saucers Uncensored” publicado en el año 1955, Harold T. Wilkins afirmó que la desaparición de la avioneta estuvo envuelta en extrañas circunstancias y que probablemente los dos hombres fueron secuestrados por los tripulantes de los OVNIs. El polémico contactado George Hunt Williamson conocía sobradamente a Hunrath y Wilbur, ya que ambos en el año 1953 le entrevistaron durante una reunión en la mítica Giant Rock en una de las múltiples reuniones que se efectuaban en el lugar por simpatizantes y creyentes en los platillos volantes.
Indescifrable e incomprensible como la escritura maseriana, es el breve mensaje que Karl insertó en la sección de anuncios de Los Angeles Times el 13 de abril de 1954 , con el cual pretendía reanudar sus contactos con el “Dr Nagata”."Preocupación telepática: Esto lo hago para usted. Por favor demuestre por escrito los contactos que usted pueda recordar". Karl, Box R-240, LA Times. La obsesión y la pasión por los OVNIS pudieron conducir a los dos hombres a su trágico desenlace. Una vida plagada de enigmas no podía concluir de otra manera. Ni siquiera sus más allegados llegaron a conocer del todo las inquietudes y secretos de los dos hombres que aquella mañana decidieron emprender un viaje hacia lo desconocido. Como tampoco nunca se conocerá realmente el alcance de sus supuestas comunicaciones con los “maserianos” y cómo y de que manera influyeron éstas en su desenlace final.
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Algunos investigadores relacionan la extraña desaparición de los dos contactados con otro suceso no menos enigmático ocurrido semanas después. La noche del 23 de noviembre de 1953 el teniente Felix E. Moncla y el radarista Robert Wilson, destinados en la base aérea de Kinross (Michigan), reciben la orden de comprobar un eco no identificado que sobrevuela un espacio restringido entre Estados Unidos y Canadá sobre el lago Superior. A bordo de un F-89 Northrop se dirigen hacia el punto de interceptación del supuesto OVNI. Desde la torre de control siguen los movimientos del jet, para comprobar estupefactos como el eco del avión militar se funde con el eco del No Identificado. Posteriormente el intruso continuó su vuelo en dirección norte, perdiéndose de las pantallas de radar en el vecino Canadá. Inmediatamente un gran despliegue de la USAF rastreó el área del incidente minuciosamente sin encontrar vestigios del F-89. En las labores de rastreo recibieron la ayuda del ejército canadiense. Un oficial de comunicaciones de la Torre de control aseguró haber escuchado una transmisión del teniente Moncla después de su súbita desaparición. Las versiones oficiales se contradijeron, pues tras asegurar en un inicio que el jet se había fundido con el eco del OVNI, después argumentaron que se trato de un accidente al perseguir por error un avión C-47 canadiense. El avión volaba demasiado bajo cuando se estrelló contra el lago. Respuesta que fue desmentida por las autoridades del país vecino. En 1958 el mayor Donald Keyhoe, destacado ufólogo, confirmó que había visto documentación oficial que certificaba la extrañeza e interés del estamento militar por el citado caso. En 1968 en la ciudad canadiense de Sault Ste. Marie unas excavaciones pusieron al descubierto los restos de un avión de combate que algunos identificaron como el aparato de Moncla. La USAF se limitó a informar a los familiares que el F-89 cayo aquella noche y sus cuerpos nunca fueron hallados por que el avión exploto en el aire.
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La esposa de Wilkinson la noche anterior de la desaparición insistió a su marido para que no emprendiera aquél vuelo. El matrimonio tenía tres hijos de corta edad, Patricia de 12 años, Judith de 5 años y John de 2 años. Pese a la desdicha sucedida, la mujer confesó a los reporteros que no dudaba que la enigmática desaparición de su cónyuge estaba relacionada con los platillos volantes. Por su parte los expertos aeronáuticos no dudan que la poca experiencia de Hunrath como piloto y su largo tiempo de inactividad fueron factores determinantes para que se produjera la desaparición de la pequeña avioneta que tan solo contaba con 3 horas de autonomía. Probablemente se estrellaron al tomar tierra, colisionaron contra una montaña o, simplemente, efectuaron una mala maniobra que les hizo caer en picado. “La mayoría de las personas suponen que Hunrath, un piloto sin experiencia, probablemente se estrelló en algún lugar del terreno montañoso al este de Los Ángeles. Si esto es así, los restos de la aeronave puede estar por ahí todavía” - concluye Jerome Clark. La búsqueda del aparato se dificultó enormemente, ya que no quedó registrado, como era norma indispensable, la ruta que iban a emprender. Debido a éste hecho las autoridades no pudieron delimitar correctamente el campo de sondéo y por ello se limitaron a certificar la desaparición de la avioneta con sus dos tripulantes a bordo. Sea cual fuese su final, Karl Hunrath y Wilbur J. Wilkinson estarán unidos para siempre al misterio de los “maserianos” y a una época dorada para los creyentes en los platillos volantes, los más fervorosos no quieren ni imaginar un trágico y despiadado epitafio para dos idealistas y soñadores que volaron tras una utopía ¿o no?…







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JOSE ANTONIO CARAV@CA



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